Sentada en el borde de mi cama. Estaba pensando en ti, como
de costumbre. Sonaba aquella canción, esa que pongo siempre que te necesito más
de lo habitual. Esa que me hace echarte más de menos aún. No sé porque estas
conmigo, no lo entiendo, pero tampoco tengo intención de hacerlo. Solo sé que
soy yo. Que en la que piensas todas las tardes es en mí. Que la que recibe esos
¨ Te amo¨ soy yo y no otra. Y eso me alivia. ¿Sabes? Siento una gran angustia,
te hecho de menos ¿Y tú a mí? Ojala. Ojala te hubiera dado un beso más. ¿Uno?
Miles, millones, billones. Nunca pensé que fuera tan genial sentir calor
humano. Sentirte a ti. Tu mano con la mía. Sigo echándote de menos. Quiero que
me abraces, no hace falta que me digas nada más. Eres diferente a los demás,
eres especial. Supongo que ya lo sabes, pero yo siempre te lo voy a repetir. Soy
afortunada, muy afortunada. Habeces creo que estoy fuera de la realidad, me
olvido de todo, sonrío como una tonta ¿De verdad soy yo? Habeces escribo
pensando en ti. Escribo porque no sé que hacer cuando tu no estas. Aún sigo echándote
de menos. Quizás esto no dure siempre pero ¿Y qué? Me quieres. Te quiero. ¿Que
más da lo demás? Soy joven. Yo no necesito nada más. Me da igual lo que digan.
Nos queremos. A mi solo me vasta con eso. Es lo que me da fuerzas, ganas de
vivir. Levantarme cada mañana con ganas de verte. Hacer las cosas por y para
ti. Y por si se te había olvidado, sigo echándote de menos.