expr:class='"loading" + data:blog.mobileClass'>

sábado, 24 de noviembre de 2012

Pesadillas.


El agua está fría, roza mi piel como cuchillas afiladas. Mis músculos están en una horrible tensión, como si se fueran a desgarra en milésimas de segundos. Noto que la masa de agua cada vez es más densa. Abro los ojos y no puedo ver nada. Una extraña sustancia fangosa ha sustituido el agua clara del lago. Ya no noto ese frio, sino corrientes de agua caliente. Cada vez pesa más y hay algo, fuera y dentro de mí, que me empuja hacia abajo. Intento subir a la superficie, pataleando,pero no consigo más que hacer que la masa sea mas espesa aún. Noto las burbujas que salen de mi nariz. Me estoy quedando sin aire. En cuestión de segundos el agua entra por mi boca y mi nariz, inundando mis pulmones de aquella asquerosa sustancia mezclada con barro y restos de algo que no quiero ni imaginar. Una fuerte presión en el pecho me incita a gritar. Pero no puedo. La presión se convierte en dolor, un dolor tan fuerte que me hace retorcerme espasmódicamente. Vuelvo a abrir los ojos, aquella cosa a cobrado vida propia, ahora es una monstruo asqueroso de lodo negro y repugnante. Ya no estoy en el lago, si no en una habitación minúscula atrapada por aquel ente siniestro y con hedor a podredumbre que me da arcadas. A pesar de que estoy atrapada en aquella cosa y no puedo ni respirar tan siquiera, giro la cabeza lentamente, esperando lo peor. El monstruo tenia ojos. Pero no unos ojos cualquiera: De un rojo escarlata, semejante a la sangre, una pupilas negras como la noche dilatadas y que se movían en círculos, como si me estuviera arrebatando el alma solo con mirarme. De repente el suelo de la minúscula habitación, que cada vez me parecía mas pequeña se abrió. Caí al vació, caí en una dimensión donde no había color, no había sonidos.
Silencio. Ni un grito, ni un latido, ni un pájaro.
Comencé a desesperarme, llegué a un punto en que debido a la ausencia de sonido, rellenaba el espacio vació con voces imaginarias de mi cabeza.
Era aterrador.