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sábado, 28 de julio de 2012

Objetivo: Escapar.


Escuché un disparo. Luego otro. Y tres más seguidos.

Venían a por mí. Eche a correr por la colina lo más rápido que pude. Mis pies se movían ágiles entre la hierba, mi respiración aun era coordinada, pero sabía que no tardaría mucho en cansarme, nunca se me ha dado bien correr. Los disparos habían cesado. Yo me paré de un golpe seco. Ni siquiera los búhos ululaban. El pánico se empezó a apoderar de mí a cada segundo de silencio. Cerré los ojos y volví a correr. Esta vez sin cuidado, las ramas me arañaban la piel, haciendo mi camiseta girones  y rasgándome abeces de tal manera que escocía demasiado. Poco a poco las piedras se clavaban en la planta de mis pies. Empecé a sangrar. No sé por donde. Yo solo vi sangre. Tengo fobia a la sangre. Aparté la vista rápidamente y me concentre en mirar al frente, a un punto imaginario donde está el final. O eso quiero pensar.

Tengo miedo. Me dan miedo muchas cosas, la sangre, las arañas, los dragones y…él. Solo pensar en él me da escalofríos. Ni siquiera sé si es humano.

De pronto una rama en medio del camino me hizo caer. Estúpida rama. Caí rodando, me di varios golpes, asique cuando aterricé en el suelo tarde minutos en reaccionar. Todo me daba vueltas. Mi cabeza no distinguía donde estaba la derecha o la izquierda. Incluso llegué a dudar sobre que hacia ahí. Cuando empecé a ver mejor y a acordarme de todo no tarde ni un segundo en ponerme de pie y seguir corriendo. ¿Hacia donde? No lo sé. ¿Por qué? Tampoco lo sé. Solo sé que me quieren matar. Y yo no quiero morir. No puedo morir.

Noté un frío helador en mi nuca. Abrí los ojos como platos. No era una suave brisa. Eso era una respiración. Puse todas mis fuerzas en correr. En escapar de allí como fuera. Mi respiración era ya entrecortada, incluso jadeaba del esfuerzo. O quizás del pánico. Me armé de valor y miré hacia atrás. No debería haberlo echo. Me perseguían unos monstruos, horribles, mitad lobo, mitad algo… que ni siquiera sé.

No pude aguantar las ganas de gritar, pero eso solo hizo que las bestias se enfurecieran más. No podía apartar la mirada de aquellas criaturas. Hechas para matarme. A mí. ¿Por qué a mí?

Pero entonces choqué con algo. O mejor dicho con alguien. Perdí el conocimiento en la caída, y no me acuerdo de nada más.


miércoles, 18 de julio de 2012

Respirar adrenalina.


Las luces aún estaban apagadas. Un silencio escalofriante rondaba por el local, ni siquiera escuchaba a algún ser vivo respirar. Los nervios se apoderaban de mi cada segundo que pasaba, aunque para mi eran años.

De pronto un foco me cegó por completo, seguido de una voz que me resultaba algo familiar, anunciaba el inicio del concierto y con un grito desgarrador decía:

-¡Y con todos ustedes…Rose!

Esas palabras que jamás pensé que fueran a ser aclamadas, esos aplausos que siempre soñé, gente conmocionada, gente gritando, gente saltando de la emoción, como mi corazón. Todo aquello era para alguien, y ese alguien era yo.

La gente guardó silencio, esperando que su gran estrella les cantase aquella canción que tanto habían deseado escuchar en directo, pero yo solo me quedé helada, parada y asustada. ¿Qué es lo que me pasa? ¿Nervios? No, es miedo. Miedo de fracasar, miedo a que me rechacen como tanta gente hizo, miedo a decepcionar a todos y cada uno de los seres que estaban delante de mi.

Pero no, no debo echarme atrás, si he llegado hasta aquí será por algo, y si no fuera así…al menos debía intentarlo.

Me acerqué lentamente al micrófono e hice la señal, la música empezó a sonar, y justo entonces le vi, era él. Había venido después de todo lo que le había dicho.

Ahora o nunca.

Las dulces palabras brotaron de mi garganta. No temblaba, no desafinaba, lo único que hacia era dejarme llevar.

Me permití abrir los ojos durante un segundo. Pude ver a todo el mundo sonriendo, con los brazos en alto, cantando y gritando.

Como si acabara de tomarme doscientos Red Bull, cogí el micrófono con un movimiento brusco y perfecto, me acerqué hasta el límite del escenario y canté lo más alto que pude. La adrenalina se apoderaba de mi cuerpo a cada grito, una enorme felicidad inundaba mi mente. No podía pensar, solo sentir.

Y entonces se terminó. La música cesó y la gente con ella. Tras un fuerte aplauso cargado de gritos y silbidos me dependí de aquel día, de aquella gente, que seguramente no vería nunca más, aunque me encantaría ir uno por uno dándoles las gracias por hacerme sentir viva otra vez.

Antes de coger mi bolso me permití mirarme una última vez en el espejo gigante del camerino. ¿Esta era yo? A pesar de haber sudado y haberme dejado la piel en el escenario seguía estando igual de resplandeciente que antes de todo eso. Ni un pelo parecía fuera de lugar, mi melena desenfadada seguía igual, mis labios rojos mas rojos aún, y mi precioso corsé en su sitio.

Me sentía un poco ¨cenicienta¨, eso sí, una versión mas rockera de ella.

-El taxi está en la puerta Rose.

-Vale, ya voy.

Cogí mi bolsa, me al eché al hombro y antes de cerrar la puerta susurre:

-Gracias.

Mis palabras se perdieron en aquella habitación, y con ellas mi antigua yo.



El viaje se hizo largo, pero Ru me dejó reposar la cabeza en su hombro, por eso no pude evitar dormirme la mitad del camino. Cuando llegamos eran las 6 de la mañana, estaba cansada, pero no tenia ganas de dormir, aun tenía la experiencia corriendo por mis venas.

De pronto como un flashback me vino la cara de Luca. ¿Qué le habría parecido el concierto? Quizás se fue antes de que terminara, porque no le vi después. Me sentía culpable después de todas las cosas que le confesé. En cierto modo era verdad, pero no debería haberlas dicho así.

El teléfono sonó, y para mi sorpresa el que llamaba no era otro que Luca Sellan.

martes, 17 de julio de 2012

Summer dawn.


El rocío de la mañana llenaba mi pelo de pequeñas gotitas, que a simple vista parecía nieve. El sol salía por el horizonte, más resplandeciente que nunca. Los colores naranjas, amarillos y rojos teñían nuestras caras. Me permití cerrar los ojos un segundo; al abrirlos fue mágico. Pequeñas chispitas cayeron del cielo, haciendo que un borroso arcoíris acompañara aquel paisaje ya de por si bonito. ¿Esto era un regalo?

La magia envolvía el ambiente, no tardamos en sonreír todos, mirándonos, se podía ver la esperanza a través de nuestros ojos, algunos cansados, otros brillantes, otros tristes, otros humedecidos por el gran momento. Me sentía feliz allí, junto a aquellas personas a las que tanto quería. Todas diferentes, pero unidas mas fuertemente por eso. Como si fueran las piezas de un rompecabezas, todas distintas, pero de un modo encajan a la perfección.

Nos cogimos de la mano, no podíamos esperar más. Formamos una cadena sólida de corazones. Corazones rotos, marchitos, vivos, entregados, cansados, salvados.

Contamos en voz alta. Uno, dos y…tres.

Echamos a correr. Empezamos a gritar. Unos decían cosas sin sentido, otros con el. Algunos nos limitamos a chillar como críos pequeños. Y llegamos al borde. Saltamos.

Mis pies se elevaron del suelo, cogí todo el aire que pude. Y entonces caí.

El agua estaba fría. El primer contacto con mi piel hizo que todo mi cuerpo entumecido por al espera se despertara. Como un ¨ buenos días¨, ¨Estás aquí ¨. Salí del agua, en la caída mi mano se soltó de la de los demás. Miré a un lado y a otro. Allí estaban todos. Conmigo. Nos abrazamos en el agua, y empezamos a reír. A llorar.

Era feliz. Y con ellos nadie me podía hacer cambiar de opinión.

jueves, 5 de julio de 2012

Con decisión.


Pasos decididos. Mirada al frente. Sin miedo. Un, dos, tres pasos. Canturrea una canción al ritmo del taconeo. Pam, pam, pam, las agujas resuenan en el asfalto. Los pájaros se callan a su paso. La gente se aparta. La gente la mira. Su pelo se mueve por la brisa mañanera, delicado, fino, brillante. Sonríe. Sabe que nada puede con ella. La luz reflejada centellea en su bonito colgante de piedras preciosas. Su vestido color flúor alegra cualquier rincón de aquella acera. Su piel ligeramente bronceada resalta sus labios rosados. La sombra smoke aviva sus ojos. Su rostro muestra serenidad y madurez. Y entonces se para. Contempla a la gente. Contempla la vida. Y es que ya no la teme, porque sabe que puede enfrentarse a ella. Cambiarla.

Así que vuelve a andar, más decidida que antes, más feliz, más segura de si misma. La gente la admira más. La miran más.

Porque acaba de darse cuenta de una cosa tan simple como que ella es la única que puede decidir su destino.

lunes, 2 de julio de 2012

¿Nunca has sentido el impulso de querer comerte el mundo? De esos, en los que no te da miedo la vida. Que el vacío de ahí abajo es el menor de tus preocupaciones. Que da igual quien te acompañe. Solo necesitas pequeñas cosas a las que aferrarte, y da igual lo que sean, si existen para ti, existirán. Porque por esta vez no hay barreras, ni muros, ni obstáculos en el camino. Puedes ver el final con claridad, sabes todos y cada uno de los pasos que vas a dar, pero esta vez cada paso será con seguridad. No vas a mirar atrás, lo sé. Porque en este mismo momento solo importas tú. Es tu momento. Asique no lo piensas más, coges toda la carrerilla que puedes, pero antes de echar a correr te permites pensar. Pensar en todas aquellas cosas que hubieras hecho, en todas las personas que estuvieron ahí. Entonces corres, corres con toda tu energía, como si no hubiera nada más después. Esta vez no es ni la primera, ni tampoco la última, en la que vas a tener que darlo todo. Sonríe, porque saltar no es malo, porque si tu crees que puedes, podrás. Y entonces saltaste. Pero ahí no acaba todo, al otro lado puedes ver que todos te esperan con los brazos abiertos. ¿Que dicen? No lo sé. ¿Y ahora qué? Tampoco lo se.
Un montón de preguntas asalta tu cabeza, la euforia del momento, se desvanece sin más. Pero entonces lo comprendes todo. Siempre abra preguntas sin respuesta. Nunca sabrás lo que hay después, lo único que pasara, será lo que tu creas que pasará. Porque tú decides tu destino. Porque si eres feliz, es porque crees que lo eres. Porque si yo estoy aquí contándote esto, es porque una vez creí.
Por eso, salta las veces que quieras, lo que haya después depende solo de ti.