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martes, 17 de julio de 2012

Summer dawn.


El rocío de la mañana llenaba mi pelo de pequeñas gotitas, que a simple vista parecía nieve. El sol salía por el horizonte, más resplandeciente que nunca. Los colores naranjas, amarillos y rojos teñían nuestras caras. Me permití cerrar los ojos un segundo; al abrirlos fue mágico. Pequeñas chispitas cayeron del cielo, haciendo que un borroso arcoíris acompañara aquel paisaje ya de por si bonito. ¿Esto era un regalo?

La magia envolvía el ambiente, no tardamos en sonreír todos, mirándonos, se podía ver la esperanza a través de nuestros ojos, algunos cansados, otros brillantes, otros tristes, otros humedecidos por el gran momento. Me sentía feliz allí, junto a aquellas personas a las que tanto quería. Todas diferentes, pero unidas mas fuertemente por eso. Como si fueran las piezas de un rompecabezas, todas distintas, pero de un modo encajan a la perfección.

Nos cogimos de la mano, no podíamos esperar más. Formamos una cadena sólida de corazones. Corazones rotos, marchitos, vivos, entregados, cansados, salvados.

Contamos en voz alta. Uno, dos y…tres.

Echamos a correr. Empezamos a gritar. Unos decían cosas sin sentido, otros con el. Algunos nos limitamos a chillar como críos pequeños. Y llegamos al borde. Saltamos.

Mis pies se elevaron del suelo, cogí todo el aire que pude. Y entonces caí.

El agua estaba fría. El primer contacto con mi piel hizo que todo mi cuerpo entumecido por al espera se despertara. Como un ¨ buenos días¨, ¨Estás aquí ¨. Salí del agua, en la caída mi mano se soltó de la de los demás. Miré a un lado y a otro. Allí estaban todos. Conmigo. Nos abrazamos en el agua, y empezamos a reír. A llorar.

Era feliz. Y con ellos nadie me podía hacer cambiar de opinión.

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