expr:class='"loading" + data:blog.mobileClass'>

domingo, 27 de mayo de 2012

CAPÍTULO 4:



Era pronto, pero el timbre de la puerta sonó.

Suponía que era el cartero asique abrió en pijama, pero resultó ser Marco. Llevaba el pelo despeinado, pero con gracia, una chaqueta que le sentaba de maravilla y unos vaqueros de Levis.

-¿Qué haces aquí? Si lo hubiera sabido…

-He venido a buscarte, ¿quieres pasar el resto del día conmigo?

-Bueno, si no lo paso contigo lo aré sola. Pasa y enseguida me visto.

No sabe que ponerse, él no es que valla arreglado, pero es tan guapo que da igual lo que se ponga. Se decanta por un vestido marrón, unas medias a juego, unos zapatitos de tacón y su rebeca beige. Se hace unos tirabuzones rápidos, lo bastante como para arreglarse un poco el desastre de pelo que tiene.

-Ya.

-Estás guapísima.

-Gracias…tu también…- dice sonriendo.

-¿Vamos?

Salen de la casa, uno detrás del otro. ¿Dónde la llevará? No aguanta más así que se lo pregunta.

-¿A donde vamos?

-Es una sorpresa, seguro que te encanta.

-No sé si fiarme de ti…

-¿no soy de tu confianza?

-Pues claro que sí, pero estás loco.

-Gracias, tú también.

Entre risas y bromas llegan a la estación. ¿Tan lejos van?

-Un billete para... un momento.

Entonces tapa los oídos de la chica y sigue hablando. Este chico un día la va a matar, pero si es él la da igual.

-Vamos.

-Me tienes intrigada.

-Y más aún te tendré, antes tengo que pasar por esa tienda.

Al cabo de unos minutos sale de aquella tienda. Entran en el vagón y se sientan.

-Pues no sé a donde iremos, pero espero que merezca la pena.

-A mi solo me importas tú, no el lugar a donde vallamos- Dice algo enfadado.

No sabe que decir. Siempre la dice cosas así de bonitas y se queda sin habla. De pronto él se acerca hacia ella ¿qué va a hacer? ¿La va a besar otra vez?

Entonces aparta con cuidado el mechón de pelo que tiene rozando su cara,  la mira y los dos sienten una punzada en el corazón.

-Perdona…

-Da igual…

Vuelven a sus asientos  sin hablar en lo que queda de viaje. Tras un rato el tren se detiene.

-Es aquí.

Los dos bajan del vagón y salen de la estación. Parece una ciudad bastante grande.

Después de caminar durante unos 15 minutos se detienen en la entrada de un hotel.

-Prométeme que no abrirás los ojos a partir de ahora.

-Vale, pero con una condición.

-¿Cuál?

-Que cuando terminemos me responderás a una pregunta.

-Está bien.

Coge un pañuelo de la mochila y no la queda más remedio que dejarse llevar por el chico. Tras subir una infinidad de escaleras Marco la manda sentarse en algo que no sabe que es. Pasa un buen rato y se empieza a preocupar, no oye a nadie ¿la habrá dejado ahí sola? Es imposible que él la haga eso.

-¿Preparada?

Y con un gesto rápido retira el pañuelo.

No se lo puede creer, está plantada en una terraza enorme, más grande que su propia casa, y encima la vista es espectacular. Un montón de edificios, rascacielos y casitas se iluminan dándole un toque de color diferente a aquel atardecer tan maravilloso.

-Es…. Increíble.

-¿Merece al pena no?

-Si, muchísimo.

-Bueno, pero no solo te e traído para esto ¿bailas?

-Jajajaja- No puede evitar reírse- Claro que si.

Y como aquel día en que se conocieron, el la cogió de la cintura y la arrima, pero esta vez ella posa su cabeza en su pecho.

-Me prometiste contestarme a una pregunta.

-Esta bien ¿Cuál es?

-Yo… ¿te gusto?

-¿Tú? ¿A mi?

-Si, a ti.

- La verdad es que eres una niña para mi, cabezota y marimandona. Pero cada día que entras por al puerta me haces sentir cosas que no sabría explicar, cada vez que te miro a los ojos tengo ganas de besarte.

- Que yo sepa me estás mirando ahora y no me besas.

-¿Me estás retando?

-Puede.

Marco la aprieta contra el y la da un beso, largo y apasionado. Son unos instantes de liberación, los dos sueltan todo lo que llevaban aguantando durante la semana. El beso acaba pero no se dejan de mirar.

-Supongo que esto es que te gusto ¿no?- Dice alegre de la noticia.

-Pues claro que si.

Se dan otro beso, mas bien un roce momentáneo entre sus labios.

-Te quiero, y por eso te e comprado esto.

Saca un paquetito envuelto en papel rosado de su pantalón. Lo abre y se encuentra con un precioso collar de piedrecitas que muchas envidiarían.

-Joder, no hacia falta que me regalaras esto.

-Supongo que te gusta.

Pues claro- Se lanza y le da otro beso.

Y aquella tarde maravillosa fue el comienzo de algo más especial aun, aunque nada es para siempre o al menos eso dicen.

CAPÍTULO 3:


Por fin era viernes y eso solo significaba una cosa: fin de las clases. El anterior día Catlyn no había ido al café-bar de Marco porque tenía un importante examen de literatura. Tenia muchas ganas de verlo, asique sobre las seis se pasaría por allí.

-Caitlyn, me voy al trabajo.

-Vale, adiós mama.

De nuevo sola. No la importaba mucho porque ya se había acostumbrado a aquello, además así tenía mas libertad de hacer lo que quisiera.

Pasado un rato decide salir ya, no quiere perder más tiempo. Aquel chico la había dejado en vela desde aquel beso, sentía algo inexplicable, no sabia si es que estaba enamorada…..o era simple curiosidad. Esperaba la segunda opción, porque si no María tendría razón y no habría quien la aguantase.

-¡Hola Marco!

-Hola Caitlyn ¿qué tal?

-Bien, ayer no pude venir porque tenía mucho que estudiar.

-Bueno, por esta vez te perdono.

Es un chico encantador, la encanta venir a verle y tomarse un café mientras Roberto toca el piano, era como viajar a los años 20 o algo así. Pero estaba claro que lo que la encantaba era estar al lado de aquel chico, conocerle cada día un poco más.

-Un café con leche ¿verdad?

-Por supuesto- No puede evitar sonreír al mirarle.

-¿Hoy no viene Roberto?

-Está enfermo, pero si quieres toco yo.

-¿Tú? No tenía ni idea de que tocaras el piano- Aquel chico era sorprendente.

-Hay muchas cosas que no conoces de mí, como yo tampoco de ti.

-Pues cuéntamelas.

-Pues tengo 23 años y mi nombre es Marco D' Luca, mi madre es Italiana y mi padre español, pero el murió cuando yo era pequeño, además tengo una hermana. Toco el piano y el violín, tampoco se me da mal el dibujo a óleo y me encanta componer música. Trabajo aquí porque este bar era de mi padre, pero al fallecer lo heredó mi madre, y Albert es… un amigo de mi hermana.

-Valla, no tenía idea de que tu padre murió…lo siento- Quizás no tendría que haber preguntado nada.

-No pasa nada, hace años que lo superé. Bueno ¿tú no me vas a contar cosas sobre ti?

-Bueno pues, me llamo Caitlyn García, mi madre y mi padre son españoles pero vivieron gran parte en Londres, no tengo hermanos pero sí un gato siamés. Me gusta leer libros de todo tipo, escuchar música y bailo ballet desde pequeña. Ah y tengo 18 años y estoy en 2º de Bachillerato, quiero ser escritora o periodista.

-¿Bailas ballet? Cualquiera lo diría, porque bailar en pareja no se te da muy bien…- Dice riéndose.

-¡Idiota!- Intenta darle una colleja, pero este la esquiva sin dificultad.

Empieza a correr detrás de ella, pero Caitlyn es más rápida, intenta esquivarlo por las mesas, pero no surge efecto. Tras unos segundos, sin querer se tropieza y se cae, pero Marco audaz la coge antes de que se estampe contra el suelo. La coge por al cintura y aprieta dejándola sin respiración.

-¡Dejame!

-¿Te rindes?

-Sí, suéltame por favor- Dice agobiada.

-Esta bien…

Ella se gira y le mira  a los ojos, sin duda lo que siente por él es inexplicable. Le apetece besarlo y no soltarle nunca más, pero hace solo una semana que se conocen, aunque  al ir cada tarde y alguna vez por la mañana ha hecho que tengan una gran amistad. Quizás él no sienta lo mismo, y no quiere llevarse otro palo como la anterior vez.

Hace cinco meses, Caitlyn tenía un novio que la quería, todo parecía perfecto, llevaban seis meses saliendo. Pero en los últimos días le notaba raro, algo distante, ya no quedaban para salir por Madrid los dos como antes. Conoció a una chica de su mismo instituto, quedaba con ella en secreto y Caitlyn se sintió humillada. Estuvo meses deprimida, e incluso sus notas bajaron. Desde entonces se prometió no caer en las redes de ningún chico. Aunque siempre terminaba cayendo, como esta vez.

CAPÍTULO 2:



Seis de la mañana. Tiene que madrugar, sino no podrá ir al bar de Marco aunque sean solo cinco minutos. Aún esta metida en la cama, hace demasiado frio y no la apetece salir. Entonces piensa en aquel chico tan misterioso; siente un escalofrío y se levanta de golpe. Sale de la habitación y anda hasta la cocina, como siempre está sola. Pero su madre la ha dejado un perfecto desayuno en la mesa: tostadas con mermelada de fresa, un cola-cao y un zumo de naranja recién exprimido.

Después, cuando acaba todo, sube corriendo a  su habitación y se viste con lo que ya tenia preparado la noche anterior. Una blusa rosa palo, unos vaqueros, un par de botas marrones y su rebeca a juego. Baja las numerosas escaleras y llega a la entrada, coge el abrigo del perchero y con un adiós que se pierde entre el eco de la soledad se despide.

Mientras camina va escuchando su IPod y casi sin darse cuenta ya esta enfrente de la tiendecita. Se coloca la camisa y entra decidida.

-Buenos días - Dice toda sonriente.

-Pensaba que ya no venias – Su sonrisa no se puede comparar con al suya.

-Es que hacia frio, y no tenia muchas ganas de venir-¨ Pero claro pensé en ti y vine corriendo ¨ dice para sí misma.

-Bueno, ¿quieres algo de beber? Esto es un bar, por si no te acordabas.

-Es que…acabo de desayunar, pero ponme un café con leche – No se había dado  cuenta de ese pequeño detalle. No la apetece mucho tomar nada ahora, pero que se le va a hacer.

El café estaba delicioso, mientras le da el último sorbo mira a Marco. De pronto piensa en lo que pasó el día anterior y se sonroja. Otra vez va a quedar como una tonta. Hace que se le cae algo y se agacha, no quiere que la vea de esa manera.

-Mierda – Se maldice a si misma, ¿estará quedando peor así?

No tarda en descubrirlo, la cara de marco esta enfrente de la suya.

-¿Qué haces? – Dice riéndose.

-Nada…se me calló…..esto….es que….

- Estás roja ¿Te pasa algo? Si es por lo de ayer lo siento, no sé que me paso…no suelo ser así, créeme.

-No te preocupes ¿lo olvidamos?- ¿Qué? ¿Como va a olvidar aquel beso del chico más guapo del mundo? No deja de pensar en eso y no va a olvidarlo precisamente.

-Vale… - Dice algo decepcionado.

Entonces un chico de pelo algo cobrizo baja de unas escaleras que seguramente lleven al piso de arriba. También es muy guapo, y sus ojos color caramelo lo demuestran.

-¿Marco?

Los dos se levantan de golpe, no pueden evitar ponerse como un tomate, y Caitlyn más de lo que estaba.

-Hola Albert.

-Anda,  ¿No me presentas a tu nueva amiga?

- Me llamo Caitlyn, encantada- Se acerca y le da dos besos, lo suficiente para dejar que Albert perciba el olor de su perfume.

Albert es un galán, y desde luego no va a dejar que Marco se lleve esta encantadora señorita antes que él.

-Bueno me tengo que ir que llego tarde.

-Adiós Caitlyn, que tengas un buen día- Dice Marco.

-Adiós- Dice Albert, que seguidamente se agacha, toma su mano y la besa delicadamente.

No es que le caiga mal aquel chico, pero se huele por donde intenta ir. Mira la hora y hecha a correr, la caerá una buena bronca, pero merece la pena con tal de pasar a vele a él.



La mañana pasa lenta, pero el timbre anuncia el final que parecía tan lejano. Sale al pasillo y sin querer se tropieza, haciendo que su pila de apuntes se desperdigue por el suelo. Es una chica muy patosa y la suele pasar. Una chica se agacha y la ayuda, es María, su mejor amiga.

Ya la había contado lo de aquel bar la noche pasada por MSN  y la dijo que también la gustaría ir a aquel lugar. Alguna tarde irían juntas, un sábado seguramente, además María aria migas con Albert ya que  tienen el mismo instinto.

-¿Qué tal esta mañana? Seguro que tu romeo se ha alegrado de verte- Dice risueña.

-Bueno, me tomé un café y no hable mucho con el porque el otro empleado del bar, Albert, nos interrumpió.

-Que pena, sino….

-Sino nada María. Hemos acordado olvidarlo, no es que empezáramos con mal pie, pero no estuvo bien.

-Ya claro, seguramente te hallas pasado al noche entera pensando en él, te has enamorado perdidamente y lo sabes.

-Eso solo pasa en tus películas románticas, no todo es un cuento de hadas como tú crees. Casi no le conozco asique no.

-Cupido no entiende de eso mi Cait, ya verás como tengo razón.

Le da una palmadita en la espalda y se despide, el autobús a llegado y si espera un poco más lo perderá. Aquella chica siempre la había apoyado, y aunque discutan bastante, saben las dos que nada las va a separar.

CAPÍTULO 1:



Caminaba sola por las calles de Madrid. Era invierno, y a causa del frio su nariz estaba roja como un tomate. Caminaba a paso lento, más que nada, porque no sentía los dedos de los pies. Parecía una niña perdida en medio de la ciudad, pero en realidad conocía cada rincón como la palma de su mano, su curiosidad no le permitía hacer lo contrario. Entonces sin darse ni cuenta, ya que estaba metida en su mundo, entró en una pequeña callejuela en la que nunca había estado. Estaba asustada, pero la curiosidad al ver aquella tiendecita en aquel lugar remoto la llamo la atención. Entró sin pensárselo dos veces y nada mas poner el pie dentro se quedo perpleja. Se trataba de un bar con muy buen gusto, cada mueble tenia un pequeño detalle que lo hacia especial. A la derecha un piano descansaba en una esquina del local, seis mesitas cabían en la sala. En la pared había un gran número de carteles, bastante antiguos, de marcas de bebidas. Aquel local tenía algo muy especial, pero no lograba saber el qué.
Un hombre de unos 20 años rubio y de ojos azules descansaba tras la barra.
Nuestra protagonista se acerca y se sienta en un taburete que había enfrente del chico.



-Buenas señorita- Dijo con una enorme sonrisa. No solo era guapo, sino también encantador.

-Hola, ¿que tal? Pasaba por aquí y vi este pequeño bar, me llamo mucho la atención.

-La poca gente que pasa por aquí suele decir eso, dicen que tiene algo especial, mágico o algo por el estilo.

-Tal vez sea por su personal- Se le escaba a la chica sin darse ni cuenta. ¿Qué acaba de decir?

-Jajaja no creo que sea por eso- Dice guiñándola un ojo.

Nunca había pasado tanta vergüenza como ese día. La verdad es que la gustaría conocerlo un poco más, parece una persona muy misteriosa, y da gusto hablar con él.

-Bueno- Dice para romper el hielo- ¿Es tuyo el bar?

-No, lo regenta mi madre y aparte de mi también trabaja otro chico. Espero que vengas más por aquí, una chica tan bonita como tú no se suele tener todos los días en este triste bar.

-Jajaja- ¿Jajaja? ¿Solo eso? La acaban de hacer un cumplido y solo se le ocurre eso. No es que se lo suelan hacer muy a menudo.

De pronto, un hombre con traje se sienta en el taburete del piano, se coloca y empieza  tocar una bonita melodía.

-Bueno, también está Roberto, nuestro pianista personal-  Dice otra vez con aquella sonrisa de oreja a oreja tan cautivadora.

-¿Bailas?

-No es que se me de muy bien…pero si tú quieres…

Sale de detrás de la barra, la coge de la mano y la lleva delicadamente hasta el centro de la pista de baile improvisada.

-No me has dicho tu nombre- La dice mientras rodea su cintura. Están muy pegados, casi puede sentir su respiración.

- Caitlyn, ¿y tú?

-Marco. Mi familia es italiana, pero yo nací aquí.

-Es un nombre muy bonito.

-El tuyo también.

Entonces los dos se miran fijamente, sin entender por qué se aproximan el uno al otro, hasta que sus labios se encuentran.

¿Qué acaba de pasar? Apenas hace un cuarto de hora que se conocen,  hace nada a rebelado su nombre. Solo sabe que trabaja allí, que el bar es de su madre, y que su familia es italiana. ¿Estará loca?

Hacia poco que había dejado una relación que no la fue muy bien, y se prometió a si misma no enamorarse nunca más. Pero otra vez el destino la a jugado una mala pasada.

Silencio. Ninguno sabe que decir después de lo ocurrido. Ni siquiera tienen agallas para mirarse aunque sea de reojo.

La canción termina, y con ella el baile.

-Creo…que ya va siendo hora de que me valla…mis padres estarán preocupados.

-Sí… ¿volverás?

-Claro, mañana por la mañana me pasaré antes de ir al instituto.

-Hasta mañana- Se acerca y la da dos besos de despedida, aunque le hubiera gustado probar sus labios de nuevo.

-Adiós.

Abre la puerta y se despide con la mano. No tardaría en descubrir que aquella tienda, en verdad tiene algo mágico.






El principio del final #2


Eran las 6 de la mañana y yo ya estaba completamente despierta con los ojos como platos, rojos y cansados de llorar. Vuelta a empezar, me había costado tanto seguir adelante....y todo para caerme de culo otra vez. Me levanto despacito, para no marearme, y me siento en la cama frente al ordenador. Cojo un pequeño impulso y me termino de levantar, ando hasta el , pongo los cascos, lo enciendo. Entro en YouTube y pongo :
Save me fron myself de Christina aguilera.
No entiendo porque me tienen que pasar estas cosas, perezco una estúpida llorica......
Mi móvil suena, suerte que lo tengo en silencio y me ahorro el sermón de la mañana. ¿Es él? No, que gilipollas, ¿como iba a ser él? Seguramente le estará tirando los cejos a cualquier puta que valla detrás de él y ni siquiera se acordara de mi. Suspiro y cojo el móvil aguantando las lágrimas:
-¿Si?
-¿Que tal..?.
- ¿Tú que crees?
- Es un cabrón....no te mereces algo así, asique no llores ¿vale?
- Sera un cabrón, y todo lo que tu quieras, pero me hizo feliz.
-Pues haz lo que quieras...pero recuerda que si me necesitas voy para allá, o quedamos.
-Gracias...
-Para eso están las amigas ¿no?
- Bueno te dejo, chao y gracias.
-Chao, cuídate guapa.

Idiota, si esa es la palabra que mejor em describe. Y pensar que fui capaz de dar mi reputación, de hacerme daño, de dejar todo atrás por el....es triste. Más bien doy pena.
-¡Mierda¡
Otra vez empiezo a llorar, estoy arta. Por favor, que alguien me salve de mi misma.....

El principio del final #1


La luna brillaba tanto que no quedaba ni una sombra libre por la habitación. No entendía nada de lo que había pasado, y la verdad es que tampoco tenía ganas de entenderlo. Solo me apetecía encerrarme en mi cuarto como otras muchas veces, coger el IPOD y ponerlo al máximo volumen. ¿Que importaba ahora lo demás?  A mi solo me importaba él. Ni siquiera tenia ganas de llorar, pero las lagrimíllas no tardaron de caer por mis mejillas. Mientras escuchaba Fly de Hilary duff mi mente se perdía por una extraña ¨nada¨ donde ni siquiera pensaba en lo ocurrido, donde solo había sentimientos corriendo desenfrenados por ahí sin ninguna dirección. Ya había vivido esto antes, pero no de esta forma. ¿Por qué ahora y no antes? No, él no era como los de antes. La sencilla razón de haberlo perdido todo me hundía por completo. Y la mas cruda realidad era que estaba allí plantada, llorando y peor aún, completa mente sola.


La nada existe.


Me encontraba perdida en la nieve. No podía ver nada ya que mis ojos estaban llorosos, y había una densa niebla. No sabia donde estaba ni que hacer. El miedo me consumía poco a poco, hacia un fío helador y yo no llevaba nada más que una chaqueta rasgada.

Tras pasar un largo rato comencé a gritar desesperada, por si algún alma rondaba por allí.

Nada. Ni un murmullo, ni un voleteo, ni un aullido. Solo escuchaba el latir de mi corazón y mi respiración acelerada.

Jamás pensé que iba a llegar a este punto en el que me encontraría completamente sola de verdad. ¿ Es esto la nada?

Miro hacia el cielo, esperando que una voz, un angel, lo que sea, me responda y me saque de aquí.

Nada. Y para mi mayor sorpresa, un copo de nieve cae hasta mi mejilla, convirtiéndose en agua a causa de la fiebre.

Y allí estaba yo, sola en medio de ninguna parte, con una fuerte ventisca por delante.

Huele a tierra mojada.


Huele a tierra mojada. Pequeñas gotas empiezan a caer sobre mi aterciopelado vestido azul. Tú sigues sin venir, yo sigo esperando. Las gotas caen ahora con más fuerza, mi pelo se encrespa y no tardan en rizarse los finos cabellos que me rozan la cara. Miro a un lado y otro y tú sigues sin aparecer. Empiezo a impacientarme, muevo los pies jugando como una niña pequeña. Mi vestido se empieza a mojar, la delicada tela se hace cada vez mas pesada. Debería resguardarme en algún lugar, pero sé que tu vas a venir. Lo sé.
El tiempo sigue pasando, estoy empapada, parezco un gato recién bañado, pero sigo ahí, esperándote. Ha pasado una hora. Las gotas dejan de caer, la gente guarda sus paraguas, la gente me mira fijamente. ¿Por qué estoy ahí? No va a venir. Ya no tengo ningún motivo por el que seguir aquí, pero entonces... ¿Por qué no me voy?
Estoy helada, mojada y cansada. Quizás me haya dado una hipotermia y por eso no sea capaz de mover un solo musculo.
De repente una lágrima cae por mi mejilla. ¿Estoy llorando? Él no va a venir. Lo sé, lo sabia. Pero soy incapaz de irme por el mero hecho de que le amo. Estoy tan desesperada que aun sabiendo que el no vendrá, sigo aquí, esperándole. Le hecho de menos. Cada segundo, cada minuto, cada hora.
Empieza a anochecer y yo sigo ahí. Las farolas se encienden e iluminan el largo paseo del parque. Es bonito. Pero más si estuviera él.
Entonces consigo ver algo, una sombra al final de paseo. Se acerca deprisa, corriendo, alguien que jadea, alguien que se va tropezando con las ramas. Es él. Después de todo a venido. No me quedo un segundo más allí, hecho a correr hacia él y le agarro con fuerza el cuello, aproximando mis labios a los suyos. Es un beso largo y cálido en aquella fría noche. Noto su falta de oxígeno así que me permito despegar mis labios, aunque hubiera seguido besándolo hasta la mañana siguiente.
Se nota cansancio en sus ojos, puedo ver su precioso pelo alborotado de una manera graciosa. No puedo evitar dibujar una sonrisa, pensaba que no iba a venir. Pero ha venido. Esta ahí, conmigo, para mí.
Acerca su boca a mi oído y me susurra:
-Lo siento.
No puedo evitar llorar, el no tarda en contagiarse. Nos abrazamos, nos decimos lo mucho que nos queremos, nos besamos.
Y aún huele a tierra mojada.