expr:class='"loading" + data:blog.mobileClass'>

domingo, 27 de mayo de 2012

CAPÍTULO 1:



Caminaba sola por las calles de Madrid. Era invierno, y a causa del frio su nariz estaba roja como un tomate. Caminaba a paso lento, más que nada, porque no sentía los dedos de los pies. Parecía una niña perdida en medio de la ciudad, pero en realidad conocía cada rincón como la palma de su mano, su curiosidad no le permitía hacer lo contrario. Entonces sin darse ni cuenta, ya que estaba metida en su mundo, entró en una pequeña callejuela en la que nunca había estado. Estaba asustada, pero la curiosidad al ver aquella tiendecita en aquel lugar remoto la llamo la atención. Entró sin pensárselo dos veces y nada mas poner el pie dentro se quedo perpleja. Se trataba de un bar con muy buen gusto, cada mueble tenia un pequeño detalle que lo hacia especial. A la derecha un piano descansaba en una esquina del local, seis mesitas cabían en la sala. En la pared había un gran número de carteles, bastante antiguos, de marcas de bebidas. Aquel local tenía algo muy especial, pero no lograba saber el qué.
Un hombre de unos 20 años rubio y de ojos azules descansaba tras la barra.
Nuestra protagonista se acerca y se sienta en un taburete que había enfrente del chico.



-Buenas señorita- Dijo con una enorme sonrisa. No solo era guapo, sino también encantador.

-Hola, ¿que tal? Pasaba por aquí y vi este pequeño bar, me llamo mucho la atención.

-La poca gente que pasa por aquí suele decir eso, dicen que tiene algo especial, mágico o algo por el estilo.

-Tal vez sea por su personal- Se le escaba a la chica sin darse ni cuenta. ¿Qué acaba de decir?

-Jajaja no creo que sea por eso- Dice guiñándola un ojo.

Nunca había pasado tanta vergüenza como ese día. La verdad es que la gustaría conocerlo un poco más, parece una persona muy misteriosa, y da gusto hablar con él.

-Bueno- Dice para romper el hielo- ¿Es tuyo el bar?

-No, lo regenta mi madre y aparte de mi también trabaja otro chico. Espero que vengas más por aquí, una chica tan bonita como tú no se suele tener todos los días en este triste bar.

-Jajaja- ¿Jajaja? ¿Solo eso? La acaban de hacer un cumplido y solo se le ocurre eso. No es que se lo suelan hacer muy a menudo.

De pronto, un hombre con traje se sienta en el taburete del piano, se coloca y empieza  tocar una bonita melodía.

-Bueno, también está Roberto, nuestro pianista personal-  Dice otra vez con aquella sonrisa de oreja a oreja tan cautivadora.

-¿Bailas?

-No es que se me de muy bien…pero si tú quieres…

Sale de detrás de la barra, la coge de la mano y la lleva delicadamente hasta el centro de la pista de baile improvisada.

-No me has dicho tu nombre- La dice mientras rodea su cintura. Están muy pegados, casi puede sentir su respiración.

- Caitlyn, ¿y tú?

-Marco. Mi familia es italiana, pero yo nací aquí.

-Es un nombre muy bonito.

-El tuyo también.

Entonces los dos se miran fijamente, sin entender por qué se aproximan el uno al otro, hasta que sus labios se encuentran.

¿Qué acaba de pasar? Apenas hace un cuarto de hora que se conocen,  hace nada a rebelado su nombre. Solo sabe que trabaja allí, que el bar es de su madre, y que su familia es italiana. ¿Estará loca?

Hacia poco que había dejado una relación que no la fue muy bien, y se prometió a si misma no enamorarse nunca más. Pero otra vez el destino la a jugado una mala pasada.

Silencio. Ninguno sabe que decir después de lo ocurrido. Ni siquiera tienen agallas para mirarse aunque sea de reojo.

La canción termina, y con ella el baile.

-Creo…que ya va siendo hora de que me valla…mis padres estarán preocupados.

-Sí… ¿volverás?

-Claro, mañana por la mañana me pasaré antes de ir al instituto.

-Hasta mañana- Se acerca y la da dos besos de despedida, aunque le hubiera gustado probar sus labios de nuevo.

-Adiós.

Abre la puerta y se despide con la mano. No tardaría en descubrir que aquella tienda, en verdad tiene algo mágico.






El principio del final #2


Eran las 6 de la mañana y yo ya estaba completamente despierta con los ojos como platos, rojos y cansados de llorar. Vuelta a empezar, me había costado tanto seguir adelante....y todo para caerme de culo otra vez. Me levanto despacito, para no marearme, y me siento en la cama frente al ordenador. Cojo un pequeño impulso y me termino de levantar, ando hasta el , pongo los cascos, lo enciendo. Entro en YouTube y pongo :
Save me fron myself de Christina aguilera.
No entiendo porque me tienen que pasar estas cosas, perezco una estúpida llorica......
Mi móvil suena, suerte que lo tengo en silencio y me ahorro el sermón de la mañana. ¿Es él? No, que gilipollas, ¿como iba a ser él? Seguramente le estará tirando los cejos a cualquier puta que valla detrás de él y ni siquiera se acordara de mi. Suspiro y cojo el móvil aguantando las lágrimas:
-¿Si?
-¿Que tal..?.
- ¿Tú que crees?
- Es un cabrón....no te mereces algo así, asique no llores ¿vale?
- Sera un cabrón, y todo lo que tu quieras, pero me hizo feliz.
-Pues haz lo que quieras...pero recuerda que si me necesitas voy para allá, o quedamos.
-Gracias...
-Para eso están las amigas ¿no?
- Bueno te dejo, chao y gracias.
-Chao, cuídate guapa.

Idiota, si esa es la palabra que mejor em describe. Y pensar que fui capaz de dar mi reputación, de hacerme daño, de dejar todo atrás por el....es triste. Más bien doy pena.
-¡Mierda¡
Otra vez empiezo a llorar, estoy arta. Por favor, que alguien me salve de mi misma.....

El principio del final #1


La luna brillaba tanto que no quedaba ni una sombra libre por la habitación. No entendía nada de lo que había pasado, y la verdad es que tampoco tenía ganas de entenderlo. Solo me apetecía encerrarme en mi cuarto como otras muchas veces, coger el IPOD y ponerlo al máximo volumen. ¿Que importaba ahora lo demás?  A mi solo me importaba él. Ni siquiera tenia ganas de llorar, pero las lagrimíllas no tardaron de caer por mis mejillas. Mientras escuchaba Fly de Hilary duff mi mente se perdía por una extraña ¨nada¨ donde ni siquiera pensaba en lo ocurrido, donde solo había sentimientos corriendo desenfrenados por ahí sin ninguna dirección. Ya había vivido esto antes, pero no de esta forma. ¿Por qué ahora y no antes? No, él no era como los de antes. La sencilla razón de haberlo perdido todo me hundía por completo. Y la mas cruda realidad era que estaba allí plantada, llorando y peor aún, completa mente sola.


La nada existe.


Me encontraba perdida en la nieve. No podía ver nada ya que mis ojos estaban llorosos, y había una densa niebla. No sabia donde estaba ni que hacer. El miedo me consumía poco a poco, hacia un fío helador y yo no llevaba nada más que una chaqueta rasgada.

Tras pasar un largo rato comencé a gritar desesperada, por si algún alma rondaba por allí.

Nada. Ni un murmullo, ni un voleteo, ni un aullido. Solo escuchaba el latir de mi corazón y mi respiración acelerada.

Jamás pensé que iba a llegar a este punto en el que me encontraría completamente sola de verdad. ¿ Es esto la nada?

Miro hacia el cielo, esperando que una voz, un angel, lo que sea, me responda y me saque de aquí.

Nada. Y para mi mayor sorpresa, un copo de nieve cae hasta mi mejilla, convirtiéndose en agua a causa de la fiebre.

Y allí estaba yo, sola en medio de ninguna parte, con una fuerte ventisca por delante.

Huele a tierra mojada.


Huele a tierra mojada. Pequeñas gotas empiezan a caer sobre mi aterciopelado vestido azul. Tú sigues sin venir, yo sigo esperando. Las gotas caen ahora con más fuerza, mi pelo se encrespa y no tardan en rizarse los finos cabellos que me rozan la cara. Miro a un lado y otro y tú sigues sin aparecer. Empiezo a impacientarme, muevo los pies jugando como una niña pequeña. Mi vestido se empieza a mojar, la delicada tela se hace cada vez mas pesada. Debería resguardarme en algún lugar, pero sé que tu vas a venir. Lo sé.
El tiempo sigue pasando, estoy empapada, parezco un gato recién bañado, pero sigo ahí, esperándote. Ha pasado una hora. Las gotas dejan de caer, la gente guarda sus paraguas, la gente me mira fijamente. ¿Por qué estoy ahí? No va a venir. Ya no tengo ningún motivo por el que seguir aquí, pero entonces... ¿Por qué no me voy?
Estoy helada, mojada y cansada. Quizás me haya dado una hipotermia y por eso no sea capaz de mover un solo musculo.
De repente una lágrima cae por mi mejilla. ¿Estoy llorando? Él no va a venir. Lo sé, lo sabia. Pero soy incapaz de irme por el mero hecho de que le amo. Estoy tan desesperada que aun sabiendo que el no vendrá, sigo aquí, esperándole. Le hecho de menos. Cada segundo, cada minuto, cada hora.
Empieza a anochecer y yo sigo ahí. Las farolas se encienden e iluminan el largo paseo del parque. Es bonito. Pero más si estuviera él.
Entonces consigo ver algo, una sombra al final de paseo. Se acerca deprisa, corriendo, alguien que jadea, alguien que se va tropezando con las ramas. Es él. Después de todo a venido. No me quedo un segundo más allí, hecho a correr hacia él y le agarro con fuerza el cuello, aproximando mis labios a los suyos. Es un beso largo y cálido en aquella fría noche. Noto su falta de oxígeno así que me permito despegar mis labios, aunque hubiera seguido besándolo hasta la mañana siguiente.
Se nota cansancio en sus ojos, puedo ver su precioso pelo alborotado de una manera graciosa. No puedo evitar dibujar una sonrisa, pensaba que no iba a venir. Pero ha venido. Esta ahí, conmigo, para mí.
Acerca su boca a mi oído y me susurra:
-Lo siento.
No puedo evitar llorar, el no tarda en contagiarse. Nos abrazamos, nos decimos lo mucho que nos queremos, nos besamos.
Y aún huele a tierra mojada.