
martes, 26 de febrero de 2013
Mi mundo.

domingo, 24 de febrero de 2013
Al natural.
A veces me miro al espejo y me asusto. Ver mi reflejo
demacrado y consumido me da ganas de romperlo, hasta que se convierta en polvo
brillante como la purpurina. Hay chicas que se maquillan mucho, yo soy de las partidarias
de ¨mejor sé tú misma¨. No digo que esté mal maquillarse de vez en cuando, para
ocasiones especiales. Solamente digo que tarde o temprano tú novio te verá en una
calurosa mañana de verano después haberte hecho el amor y descubrirá tu cara
real debajo de tanta mierda. Me lo imagino llamando a la policía porque no sabe
quién eres y me dan ganas de reír. Una mujer es guapa sin maquillar, y aún más
maquillada. Yo me maquillo porque nunca he sido una persona segura de su aspecto,
pero mi madre siempre me dice que soy más bonita sin tanto rímel. ¿Y el coñazo
que es tener que pasarte una toallita por la cara a la una de la mañana, porque
si no lo haces se te mete en los ojos y al día siguiente pareces una drogadicta
con problemas de alcoholismo? A mí me da tanta pereza que hay veces que
prefiero la segunda opción, llámame vaga.
jueves, 21 de febrero de 2013
Dulce lluvia.
Miraba absorta el haz de luz que se colaba entre la fina
cortina de la ventana. La luz anaranjada proyectaba una línea hasta el otro
lado de la habitación, hasta ser interrumpida por mi mano. Era cálida a pesar
de ser finales de febrero, notaba un calorcillo agradable sobre mis frías y
delicadas manos de pianista. Minúsculas motitas de polvo se retorcían en torno
al foco luminoso, bailando y girando a su antojo. Noté de pronto un fuerte
dolor en la espalda, llevaba tirada en el suelo con la columna apoyada en la
pared descascarillada hacía horas, absorta en mis pensamientos. Miro al techo
mientras cruzo las piernas, es tan blanco como la nieve, tan nuevo e intacto
que no concuerda con la habitación. Hay varios muebles entre estas cuatro
paredes, pero para mí está completamente vacío.
No sé porque me siento tan sola a veces. Puedo parecer
egoísta, lo sé. Pero es que hay momentos en los que necesito alguien que me
abrace, y es en esos momentos cuando no hay nadie ahí. Qué diablos, momentos en
los que no estás tú. A veces eres frío conmigo y eso me duele. Me siento
estúpida, insegura, que todo ha sido una broma y no me quieres en verdad. Pero
cuando me miras y me sonríes las cosas cambian. Así de simple. Así de simple es
cambiar mi vida en un segundo. Que me mires y me sonrías de tal forma que me
siento bella, querida, que importo, que merece la pena sonreírme.
Me levanto y camino hacia la ventana. Ahora pequeñas
chispitas caen, giro la manilla y abro la ventana chirriante. Cierro los ojos e
inspiro profundamente aquel olor atierra mojada, flores y canela. Algunas
gotitas se estampan contra mi cuerpo, refrescándolo. Poco a poco los finos
cabellos que me rozan la cara se rizan en torno a ella. Pongo un pie en la
repisa, está más fría que el suelo de mármol al contacto con mis pies. Una
ráfaga de aire levanta y agita un poco la falda de mi vestido rosa. Salto con
los ojos cerrados hacia el suelo y me resbalo con el barro entre los arbustos.
Noto como la masa fangosa se cuela entre mis dedos del pie, haciéndome cosquillas.
Estoy llena de barro, pero no me importa. Me incorporo con cuidado y dejo que
la lluvia, ahora más fuerte, empape mi cuerpo. Siento la tela pegarse a mi
piel, como de mi pelo caen gotas de agua hasta mi espalda. Saco la lengua y
dejo que algunas gotitas se cuelen por mi boca. Está dulce. Sonrío para mí y hecho a andar hacia alguna
parte.
jueves, 14 de febrero de 2013
San Mandarín.

domingo, 10 de febrero de 2013
Alegría > Nervios
Da golpecitos con el pie a un
ritmo desigual. Está nerviosa, nota como sus pulmones la obligan a coger aire
de más, para contrarrestar el ritmo frenético al que va la sangre por sus
venas. Nota esa presión en la tripa, como si tuviera algo ahí ronroneando. No
es la primera vez que lo experimenta, pero sí es la más fuerte. La sala está
abarrotada de chicas esbeltas ataviadas en moños bien sujetos con horquillas. Ella
lleva un mallot negro, por eso la miran, es la única en la sala que no va de
blanco. Notar todas las miradas puestas en ella la pone más nerviosa, la sudan
las palmas de las manos, pero no va a echarse atrás. Repasa mentalmente los pasos
una y otra vez, dando vueltas por la sala. Una chica aún sin vestir la pregunta
la hora. La chica, de ojos azules, la da las gracias y se marcha a los
vestuarios. Nota como le tiemblan las manos ligeramente, se concentra en agarrar
las zapatillas para que no se la note tanto que está nerviosa. Sabe que la coreografía
no está lo suficientemente ensayada, cree que no va a salir bien. Un grupo de
chicas la miran de reojo mientras conversan, la de la derecha susurra algo y las
demás ríen mientras la miran. Ella sale andando más deprisa de lo que quería hacia
la sala de ensayo. Contempla su reflejo en el espejo: lleva el pelo rojizo
recogido en un moño alto, al igual que todas las otras chicas, los ojos ahumados,
un poco de colorete rosado y los labios rojo carmín. Sonríe forzadamente al
espejo. La canción que sonaba acaba y da paso a los aplausos y silbidos del
público entusiasmado. Una mujer rubia algo mayor la pide que se coloque en la
parte trasera del escenario, al lado de la caja de salida. Cierra los ojos
intentando calmarse, pero tiene el corazón tan acelerado que puede escuchar cada
latido como si fuera un tambor. Por megafonía anuncia su nombre una voz
masculina algo áspera. Cuenta los cinco segundos que al quedan mientras mira al
techo, sabe que no tiene más opción que salir. Comienza a andar lentamente
hasta que sale al escenario. Los focos antes apagados se encienden, cegándola
durante unos instantes. El teatro está abarrotado de gente, desde niños a
ancianos, todos con rostros desconocidos para ella. Respira hondo y la música
empieza a sonar, tragándose todos sus miedos. Mueve un pie, luego el otro. Gira
unas cuantas veces, abre bien los brazos con delicados movimientos. No sabe si
lo está haciendo bien pero, pasados unos minutos, se olvida por completo de que
está bailando delante de miles de personas. Para ella es un baile más en su
habitación. Se imagina descalza encima de la alfombra con la cadena de música
al máximo. El momento se prolonga, se extiende, ella en aquel lugar elevado es
feliz, porque se siente a gusto. Bailar para ella es vivir, para ella es una
forma más de olvidarse del mundo. La gente la aplaude y al vitorea, incluso la
lanzan unas cuantas rosas. Termina la coreografía y se agacha a recogerlas, exhausta.
Sonríe de oreja a oreja mientras agita la mano despidiéndose de aquellas
personas que la han dado tanto con tan poco. Sale corriendo hacia la salida,
aún con las gotas de sudor cayéndole por la frente. Se deshace el moño y se echa
el abrigo abotonado encima. Cuando sale al exterior pequeñas motitas blancas
recubren el cielo grisáceo de Madrid, ella se tira en la nieve y comienza hacer
ángeles, feliz, riendo. Porque hoy a sido un día especial que jamás va a
olvidar.
jueves, 7 de febrero de 2013
La llama que te consume.
Una chispita que se enciende. Que al principio tilila en medio de la oscuridad a descompás, al ritmo de un golpe frenético. Un dos, un dos. La chispita se hace un poquito más grande y nota un calorcito agradable, que te reconforta. El calor se hace más grande, deshelando todo lo que se encuentra a su alrededor, dando luz a todos los rincones del pequeño espacio. La chispita se ha convertido en una llama. Una llama que empieza a quemar las paredes. Que está ennegreciendo y llenando de humo toda la estancia antes oscura. La llama se extiende, se propaga, la mecha se ha prendido y empieza la cuenta atrás. Dobla su tamaño y aquel calor ahora te abrasa, haciéndote cada vez más daño. Las paredes se funden a su alrededor y con ellas todo lo que la frenética llama encuentra, sin ningún reparo. A ti te hace chillar, te abrasa, te ahoga. Sientes que vas a explotar de un momento a otro, sientes que ahora lo que tienes ahí, es dinamita, es explosivo.
Al final la chispa se convirtió en llama, y la llama en fuego, y el fuego en dinamita.
Al final mi aprecio se convirtió en un querer, y el querer en amar, y el amar en desear.
Al final mi corazón se consumió por la chispita inocente y cálida.
Al final la chispa se convirtió en llama, y la llama en fuego, y el fuego en dinamita.
Al final mi aprecio se convirtió en un querer, y el querer en amar, y el amar en desear.
Al final mi corazón se consumió por la chispita inocente y cálida.
martes, 5 de febrero de 2013
Diario de una adolescente suicida.
Te alejaste por donde habías venido sin mirar ni un momento
atrás. Esperé. Esperé a que te giraras y me abrazaras. Pero me quedé ahí hasta
que llegó la noche. Me senté en el asfalto desgastado por las ruedas de los coches.
Me arrebujé en mi abrigo de paño. Pedí al cielo estrellado que volvieras. El
impacto de verte alejarte de mí sin poder hacer nada me había dejado helada. Mi mano
que había descansado en tu mejilla aún tenía tu calor. El viento removía mi
pelo. Un rayo calló a unos metros de mí.
Como si Zeus me estuviera avisando de que no ibas a volver, de que regresara a
mi casa. Pero yo, la verdad, ya no tenía ningún sitio al que llamar hogar. Abrí
la boca con intención de gritar tu nombre, pero también perdí la voz. La
neblina me impedía ver más allá de aquel estúpido camino que nos separaba.
No soy más que una
cría. Una cría sin sueños, sin esperanzas.
Una chica que nunca fue como los demás. No por el hecho de que ahora
mismo esté aquí, sentada en el asfalto de una carretera al fin del mundo
esperando algo que ni yo sé. Diferente porque yo no quiero ser el tipo de chica
que le gusta a todo el mundo, porque es algo que odio. Supongo que es por eso
que ya no tengo a donde ir. En mi mundo tú eras el pilar que lo sustentaba. Sé
que mis historias dan la impresión de que me gusta recrearme en mi propia
mierda, pero seamos realistas, estoy aquí con un frío del carajo, la nariz como
un tomate y lagrimones congelados antes
de poder salir a tomar el aire. Solas
las estrellas y yo. Todo muy poético. Que las estrellas sean las que están ahí
en las noches, cuando todo el subconsciente cobra vida. Que la luna te siga en
tus viajes de verano, que te dé luz cuando se supone que tendría que haber
oscuridad.
Me ha dado por esperar en esta maldita carretera.
Espero que algo pase pronto o cogeré la gripe o algo.
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