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sábado, 26 de enero de 2013

La prisión sin rejas.

Sinceramente escribir aquí me parece una falta de tiempo enorme, no es que no me gusta escribir ya, es solamente que e escrito muchas cosas que me guardaba y sinceramente ni la llama de mi rabia se apaga así, ni se apagará si no escribo todo lo que me gustaría decir a alguien en concreto en vez de contármelo a mi misma sin ninguna razón aparente ya que tampoco me hace sentir mejor. Mi corazón sigue triste roto sin sentir, con un ligero movimiento que sustenta la fuerza de mi alma para que no se escape volando por mi boca hasta el cielo infinito y recubierto de motitas echas con pintura acrílica. Estoy en un momento de mi vida parecido a las olas, que rompen contra la pobre playa con toda su furia pero en realidad ellas no pueden hacer otra cosa porque, en cierto modo, solo son olas y es lo que hacen. Supongo que yo soy esa ola fría, la que rompe contra la inocente playa arenosa y caliente. Es algo así como bochornoso.
No me gusta mi vida, no me gusto yo, no me gustan los que me rodean. Es como si hubiera estado creando castillos de arena toda mi vida hasta que al crecer me e dado cuenta de que aquel castillo no es más que un montón de barro deforme. Quisiera escapar volando libre entre las nubes, respirar aire puro para variar, sin contaminación, ruido de coches y ajetreo matutino. Pero tengo miedo. Miedo de cortar mis alas con las espinas del tejado. De quedarme atrapada y ensangrentada donde nadie me pueda ayudar. Por eso me limito a mirar por mi ventana como pasa la vida mientras yo estoy ahí, encerrada, lejos de todo lo bueno. Sé que en realidad es todo parte de un decorado, y que si quiero puedo tirar abajo estas cuatro paredes y salir a un precioso prado verde, recubierto por un manto de tulipanes rojos.
Pero prefiero esperar a que alguien venga a por mí. Alguien que consiga convencerme otra vez de que yo puedo.
Buena suerte.El tiempo se acaba y las canas, las arrugas y el ser encapuchado llaman a la puerta con impaciencia. Sé la razón de porque llama antes de tiempo.Pero yo sigo esperando en mi ventana, ignorando los sonidos tormentosos de las trompetas de la muerte. Quiero creer que algún día llegará.


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